top of page

Jesucristo - ¿mito o realidad?

EL TESTIMONIO DE LOS HISTORIADORES


Vamos a plantear, en primer lugar, una serie de preguntas:
¿Podemos saber si Jesucristo existió realmente o creemos en su existencia solo porque la biblia nos habla de Él?

¿No hay más formas de saberlo?
 

Hubo dos famosos historiadores contemporáneos de Jesucristo, de los que aún en nuestros días conservamos sus escritos y referencias, que escribieron sobre él. Uno de ellos fue Josefo y el otro Tácito.


- Josefo
Fue un historiador judío que nació en el año 37 d.C., en una familia de sacerdotes, y murió en el 100 d.C. Escribió muchos libros en Roma y es conocido como el padre de los historiadores modernos, ya que fue el primero en contar la historia de la humanidad de una manera documentada y real, y no en forma de cuento. Gracias a su obra podemos conocer mejor la vida en la antigüedad. Es cierto que los escritos que conservamos de Josefo son copias de los originales, por lo que muy posiblemente haya algunos cambios. Aun así, son reconocidos ampliamente por su veracidad histórica. Y es precisamente en ellos donde se nos habla de la existencia de Jesucristo. Por ejemplo, una de las menciones que hace acerca de Jesucristo en sus libros se encuentra en “Antigüedades judías” (libro 18, capítulo 3) y dice:


“Por este tiempo apareció Jesús, un hombre sabio, si es que es correcto llamarlo hombre, ya que fue un hacedor de milagros impactantes, un maestro para los hombres que reciben la verdad con gozo, y atrajo hacia Él a muchos judíos y a muchos gentiles además. Era el Cristo. Y cuando Pilato, frente a la denuncia de aquellos que son los principales entre nosotros, lo había condenado a la Cruz, aquellos que lo habían amado primero no le abandonaron ya que se les apareció vivo nuevamente al tercer día, habiendo los santos profetas predicho esto y otras mil maravillas sobre Él. Y la tribu de los cristianos, llamados así por Él, no ha cesado de crecer hasta este día.”


- Tácito
Tácito fue otro historiador famoso que nació sobre el año 60 d.C. y murió sobre el 120 d.C. Dentro de sus “Anales”, que escribió en sus últimos años de vida (115 a 117 d.C.), nos proporciona información sobre los cristianos en el incendio de la ciudad de Roma del año 64 d.C.
“Mas ni con los remedios humanos ni con las larguezas del príncipe o con los cultos expiatorios perdía fuerza la creencia infamante de que el incendio había sido ordenado. En consecuencia, para acabar con los rumores, Nerón presentó como culpables y sometió a los más rebuscados tormentos a los que el vulgo llamaba cristianos, aborrecidos por sus ignominias. Aquel de quien tomaban nombre, Cristo, había sido ejecutado en el reinado de Tiberio por el procurador Poncio Pilato; la execrable superstición, momentá-neamente reprimida, irrumpía de nuevo no sólo por Judea, origen del mal, sino también por la Ciudad, lugar en el que de todas partes confluyen y donde se celebran toda clase de atrocidades y vergüenzas. El caso fue que se empezó por detener a los que confesaban abiertamente su fe, y luego, por denuncia de aquéllos, a una ingente multitud, y resultaron convictos no tanto de la acusación del incendio cuanto de odio al género humano. Pero a su suplicio se unió el escarnio, de manera que perecían desgarrados por los perros tras haberlos hecho cubrirse con pieles de fieras, o bien clavados en cruces, al caer el día, eran quemados de manera que sirvieran como iluminación durante la noche. Nerón había ofrecido sus jardines para tal espectáculo, y daba festivales circenses mezclado con la plebe, con atuendo de auriga o subido en el carro. Por ello, aunque fueran culpables y merecieran los máximos castigos, provocaban la compasión, ante la idea de que perecían no por el bien público, sino por satisfacer la crueldad de uno solo.”


Estos testimonios no solo demuestran que Jesucristo fue un hombre real, sino que también prueban la veracidad histórica de lo que la Biblia relata acerca de su condena (dictada por el gobernador Pilato), de su muerte en la cruz y del aumento exponencial de cristianos tras su resurrección. Por otra parte, el evidente odio que sentía Tácito por la fe de los cristianos da mayor veracidad a su testimonio.


También tenemos el testimonio de otros escritores de la época como Suetonio (c. 70 al 120 d.C.), otro historiador que, en su libro “Vida de los doce césares”, habló sobre la persecución que sufrieron los cristianos. Por otra parte, Plinio, que vivió en la misma época que Tácito y que fue cónsul de Bitinia sobre el 110 d.C., escribió una gran cantidad de cartas dirigidas al emperador Trajano donde le pregunta cómo debe castigar a los cristianos que rechazaban adorar a la estatua del emperador.


Todos estos testimonios extrabíblicos demuestran que Jesucristo fue un hombre histórico, de manera que nadie puede negar esta evidencia. Sin embargo, a pesar de lo valioso de estos testimonios, debemos decir que no son suficientes para conocer la persona de Jesucristo, ya que es evidente que, aquellos que estuvieron en contra de la fe cristiana, no proporcionarán información exacta, o al menos, objetiva.


EL TESTIMONIO BÍBLICO
Es solo a través de la Biblia que podemos conocer de manera precisa acerca de Jesucristo. Principalmente, por medio de los cuatro evangelios (Mateo, Marcos, Lucas y Juan). (La palabra Evangelio significa “buena noticia”, aludiendo al hecho de la muerte y resurrección de Jesucristo.) Los evangelios cuentan la vida y el ministerio público de Jesucristo. Por medio de ellos conocemos que Jesucristo es Dios hecho hombre, que vino a este mundo a morir en la cruz y a resucitar al tercer día para darnos eterna salvación. Dada la importancia del mensaje, es muy necesario saber quiénes y cuándo escribieron los evangelios y cuánto de verdad hay en ellos.


- Los escritores de los cuatro evangelios
Los nombres de los evangelios nos dan a conocer a sus autores: Mateo escribió el “Evangelio según Mateo”, Marcos el “Evangelio según Marcos”, Lucas el “Evangelio según Lucas” y Juan el “Evangelio según Juan”.


Mateo, quien también tuvo por nombre Leví, fue uno de los doce apóstoles de Jesucristo. Antes de ser su discípulo, fue publicano, es decir, un recaudador de impuestos. Así que, habiendo sido discípulo de Jesucristo mismo, su testimonio es especialmente válido al ser de primera mano.


Marcos estuvo sirviendo junto al apóstol Pedro y participó en la obra de evangelización desde sus comienzos; en parte gracias a que su madre servía fervientemente al Señor Jesucristo. Por lo tanto, tuvo muchas ocasiones de conocerle en detalle. También era sobrino de Bernabé, quien se había dedicado a sí mismo al servicio del Señor poco tiempo después de la resurrección de Cristo. Fue Bernabé quien llevó consigo a Marcos en el primer viaje misionero junto a Pablo. Después, estuvo ayudando al apóstol Pablo en Roma y llegó a serle muy útil para el ministerio. Por todo esto, Marcos era bien conocido entre las primeras iglesias cristianas y un siervo de confianza.


Lucas fue un médico procedente de Antioquía (Siria). Aunque no podamos saber exactamente cuándo empezó a formar parte de los discípulos de Jesucristo, sí podemos estar seguros de que fue en los comienzos, ya que en Lucas 1:3 nos dice que él mismo había “investigado con diligencia todas las cosas desde su origen”, al igual que los demás escritores de los otros evangelios. El hecho de que fuera un colaborador del apóstol Pablo en sus viajes misioneros, nos muestra que éste confiaba mucho en él.


Por último, Juan, al igual que Mateo, fue otro de los apóstoles de Jesucristo y era especialmente amado por el Señor. Ya que su madre era hermana de María, la madre del Señor, también era su primo, por lo que podemos imaginar que tuvo la oportunidad de conocerlo más estrechamente.


Como podemos ver, los cuatro autores estaban más que cualificados para
escribir los evangelios y podemos entender cuán fiables han sido sus escritos para todos los cristianos desde el principio.


- Fecha de escritura de cada evangelio
No es tarea fácil datar el año en que fue escrito cada evangelio, pero empecemos por el que tiene menor dificultad: el “Evangelio según Lucas”. Sabemos que Lucas escribió los “Hechos de los Apóstoles” como una continuación de su evangelio. Por lo tanto, si el libro de los “Hechos de los Apóstoles” termina su narración con los dos años de arresto domiciliario en Roma del apóstol Pablo (entre los años 60 al 62 d.C.), podemos deducir que el “Evangelio según Lucas” fue escrito, como mínimo, dos o tres años antes, posiblemente durante el tiempo que el apóstol Pablo estuvo preso en Cesarea (entre el 58 al 60 a.C.). De manera que este evangelio, por un sencillo cálculo, fue escrito no más de 30 años después de la muerte en la cruz de Jesucristo. Es más, sin salirnos de la esfera de lo probable, cabe la posibilidad de que fuera escrito incluso unos 10 años después de la muerte de Cristo.

 

En cuanto al “Evangelio según Mateo”, se sabe que fue escrito antes que el “Evangelio según Lucas”. La razón para afirmar esta fecha se debe a que hay muy pocos registros sobre él. Se dice que Mateo permaneció 15 años en Jerusalén predicando el evangelio a los judíos y después partió, habiendo dejado escrito su evangelio, hacia el este, llegando incluso más allá de Irán, lo cual, puede ser muy cierto. Ya que Mateo fue uno de los doce apóstoles, su evangelio fue recibido y aceptado con rapidez y usado en la evangelización en muchos puntos del imperio. Sabemos, por ejemplo, que Pablo llevaba consigo una copia del “Evangelio según Mateo”, refiriéndose a él como “Escritura”. Por su parte, el apóstol Pedro, que era un testigo presencial de Jesús, también utilizaba el “Evangelio según Mateo” para dar testimonio del Señor. Y Marcos dejó escrito en su evangelio referencias del evangelio de Mateo que escuchaba en los mensajes que daba Pedro. Todos estos indicios nos dan testimonio de que el “Evangelio según Mateo” fue escrito en una fecha muy temprana, unos 10 años (o como mucho 15) después de la cruz de Cristo.


En cuanto al “Evangelio según Marcos”, éste debe ser posterior al “Evangelio según Mateo” (si es cierto que Marcos lo escribió en Roma para los cristianos romanos), aunque muchos opinan que fue el primer evangelio en escribirse. En los escritos que tenemos de los primeros tiempos de la iglesia, se dice que Marcos escribió su evangelio como recopilación de los mensajes de Pedro después de su muerte como mártir en Roma en el 64 d.C. Aunque Marcos pudo conocer muy de cerca al Señor, el testimonio de Pedro, como discípulo suyo, era más valioso. Pero, según cuentan estos escritos, como Pedro usaba un griego muy básico, fue Marcos quien escribió el evangelio en su lugar. Se dice que este evangelio va dirigido a los cristianos que vivían en Roma, en concreto, a los esclavos pobres y sin estudios. Y es por esto que, al contrario que el “Evangelio según Mateo”, que fue escrito para los judíos con muchísimos detalles, el “Evangelio según Marcos” es muy sencillo en escritura y contenido. Si lo pensamos bien, no hay ninguna razón para que Marcos esperara a la muerte de Pedro para escribir este evangelio. Es más, el testimonio de uno de los padres de la iglesia nos transmite que Marcos escribió este evangelio cuando partió para evangelizar junto al apóstol Pedro, y esta tesis gana muchísimos puntos a su favor.
 

Finalmente, el “Evangelio según Juan” fue escrito por el apóstol Juan en los últimos años de vida, recogiendo en él lo que solía predicar en sus mensajes. Vemos en este evangelio palabras muy importantes del Señor Jesús que ninguno de los otros tres menciona. Se estima que fue escrito sobre la década de los 80 d.C., aunque cabe la posibilidad de que fuera antes.


Después de ver las fechas y las evidencias históricas, podemos estar seguros de que los evangelios según Mateo, Marcos y Lucas fueron escritos antes de que pasaran 30 años después de la crucifixión de Jesucristo, aunque es muy probable que fueran escritos entre 15 y 20 años después.


- La credibilidad de los evangelios
A la hora de considerar la credibilidad de los evangelios, es importante entender que los evangelios no iban dirigidos al círculo cristiano de la época, sino que eran escritos públicos para poder evangelizar al mayor número de personas posible. De hecho, muchos de los que leyeron los evangelios, lo hicieron pagando el alto precio que costaba una copia. Cuando fueron escritos los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, todavía seguían vivos muchos testigos, tanto creyentes como inconversos, que vieron o conocieron personalmente a Jesucristo antes de que fuera crucificado. El hecho de que en aquella época se admitieran los evangelios como escritos fidedignos, habla mucho de su credibilidad. Si se hubiera escrito algo falso acerca de Jesucristo, las mismas personas que lo conocieron habrían rechazado los evangelios. Pero, por el contrario, el hecho de que las personas que leyeron los evangelios admitieran la veracidad de lo escrito, es una firme prueba de su credibilidad. Por esto, podemos estar seguros en cuanto a los evangelios de que no se trata de huecas invenciones humanas, sino de registros fiables sobre Jesucristo.

 

- Sobre los demás libros del Nuevo Testamento
La mayoría de los libros que se titulan “Carta (o epístola) a los…” fueron escritos por el apóstol Pablo. Por ejemplo, la “Carta a los Romanos”, fue escrita por Pablo para los cristianos de Roma. De la misma forma, la “Carta a los Corintios”, fue escrita para los creyentes de Corinto. Actualmente no hay ningún historiador que ponga en duda que ambas cartas fueran escritas por el apóstol Pablo, algo que ya confirmaban los cristianos del primer siglo. Dentro de ellas, Pablo nos cuenta que él fue uno de los testigos oculares del Cristo resucitado y que hubo, tal y como relata la “Carta a los Corintios”, más de 500 hermanos a los que el Señor resucitado se les apareció con vida.


EL TESTIMONIO SOBRE LA RESURRECCIÓN DE CRISTO
Además de la Biblia y de todas las enciclopedias que asumen como hecho histórico la muerte de Jesucristo en la cruz, podemos comprobar la veracidad de la resurrección del Señor razonando por nosotros mismos, viendo el trascurso de la historia. Debemos admitir que todas las iglesias cristianas que existen hoy en día tuvieron como principio a un grupo de cristianos en Jerusalén que comenzaron a reunirse justo después de la muerte y resurrección de Jesús. Y todos ellos creían en la resurrección real de Jesucristo al tercer día porque, como hemos visto anteriormente, muchos fueron testigos oculares de este hecho e incluso palparon con sus propias manos al Cristo resucitado. Además, la historia misma nos enseña que el testimonio de los primeros cristianos se propagó rápidamente por las principales ciudades del Mediterráneo, formándose así nuevas iglesias. Esta fe se extendió más allá de Europa en el primer siglo, llegando hasta India y China en el Este, a España e Inglaterra al Oeste y a Etiopía al Sur. De esta manera, los mismos cristianos propagaron el Evangelio, es decir, la historia de la muerte y resurrección de Cristo, por todo el mundo.
Llegados a este punto, podemos preguntarnos lo siguiente: ¿si Jesús no hubiera resucitado, habrían sido posibles todas estas cosas? Si Jesucristo no hubiera resucitado, las iglesias nunca hubieran existido. Jesucristo mismo repitió muchas veces a sus discípulos que iba a morir, siendo clavado en una cruz, pero que resucitaría al tercer día. Si Jesucristo no hubiese resucitado, su tumba tampoco habría quedado vacía. Anunciar su resurrección con el cuerpo ahí, no habría tenido ningún sentido y es obvio que nadie habría creído en él.


Uno podría imaginar que algún interesado se hubiera llevado el cuerpo muerto de Jesucristo como, por ejemplo, los dirigentes judíos. Pero cabe recordar que era imposible que los sacerdotes se llevaran su cadáver. Si eso hubiera sido así, en el momento que los discípulos empezaron a anunciar la resurrección de Jesucristo, la manera más rápida y efectiva para desmentirlos habría sido enseñarles su cuerpo sin vida. Sin embargo, no pudieron hacerlo, porque, efectivamente, no lo tenían. Por otra parte, sería aún más inverosímil que los discípulos se llevaran el cuerpo de Cristo y se inventaran la historia de la resurrección porque si Jesucristo nunca resucitó, ellos habían sido engañados. Y, ¿qué necesidad tenían de llevarse el cadáver de alguien que los había engañado por varios años? Nadie está dispuesto a morir por una mentira y los discípulos eran muy conscientes de que, si daban testimonio de la muerte y resurrección del Jesucristo, ellos también terminarían sufriendo persecución y muerte. Pero, en vez de temer por sus vidas, salieron por todo el mundo para anunciar la obra redentora de Cristo. Y esto pudieron hacerlo porque habían visto con sus propios ojos al Señor resucitado.


Tal y como dice la Biblia, Jesucristo resucitó al tercer día. Él es el único Dios y Salvador capaz de darnos el perdón de todos nuestros pecados y la salvación eterna.
 

“Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano. Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; y que apareció a Cefas, y después a los doce. Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen. Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles; y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí. Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios.”
1ª Carta a los Corintios 15: 1 ~ 4.

 

software-acrobat-reader-icon.png

Descargar

en pdf

bottom of page